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A quince años de la desaparición física de Heberto Padilla

 

El caso Padilla marco un precedente en la historia de la literatura cubana, un autor ganaba el prestigioso premio “Julián Del Casal” y su triunfo lo llevaba al ostracismo.

¿Por qué? la calidad y vigencia de sus poemas era innegable, por alguna razón del destino el poemario se les escapo a la censura, como castigo, el escritor debía pagar en carne propia su irreverencia contra el absurdo sistema.

Padilla fue una víctima más del sistema carcelario cubano, antes y después muchos escritores pasaron por la UMAP, el Castillo del Príncipe, los Gulag camagüeyanos, los calabozos del G-2, algunos fueron silenciados en vida, escondidos en sus miedos no salían de sus casas, esperando cada día la ronda de la muerte, igual a los Judíos en la Alemania Nazi esperaban la Gestapo llegar y terminaran sus vidas, en Cuba ellos esperaban un día llegara un auto del G-2 y fueran a parar con sus huesos a un frio calabozo.

Padilla fue obligado a autocriticarse en público, no sería el primero ni el último en hacerlo, las autocriticas se convirtieron en una costumbre revolucionaria en las asambleas de críticas y autocriticas, donde para demostrar su fidelidad revolucionaria se debía ser extremadamente cruel con los compañero de trabajo, en ese lodazal vivió Padilla junto a otros grandes escritores de su época, ellos confiaron la revolución seria el anhelado sueño de una Cuba mejor para sus hijos, que equivocados estaban, Cuba retrocedería en el tiempo convirtiéndose en un país donde pensar diferente era pecado y te podía suceder lo mismo que ha Heberto Padilla. 

Hoy recordamos la fecha luctuosa de su muerte física, su obra intelectual, su poemario “Fuera de Juego” nunca morirá, donde quiera que un tirano intente imponer sus ideas el poemario estará vigente.

Virgilio Piñera lo describió en una frase magistral, “Yo solo sé que tengo miedo”.

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