Desnuda, vestida con collar
En las vueltas del camino,
al hallarte a la vista de mis ojos
encontré un tesoro escondido,
tu desnudo cuerpo sobre la cama yacía
sólo con una diadema vestida.
Sobre tu pecho desnudo descansaba
una rara artesanía, tallado en madera
era la flor más exótica,
pintado de purpura cardenal
en el valle de tus senos una orquídea relucía.
En contraste con tu adorno vislumbre
dos botones nacidos en tu pecho
son las cúspide de las dunas
de las elevaciones de tu cuerpo
por sus laderas quiero resbalar mis besos.
Allí en el centro del mundo
en el punto exacto equidistante de tus dedos
esta la huella de donde te alimentabas
cuando en el vientre de tu madre
esperabas el nacimiento.
Más al sur de tu anatomía
donde termina el cuerpo y dan comienzo las piernas
descubro el triangulo de tu sexo,
maravilloso tesoro, botín para los pobres
fuente de vida y miel para mis labios hambrientos.
La redondez de tus muslos, las erguidas piernas,
las rodillas perfectas, deposito de besos,
los tobillos señoriales, los pies donde pierdes la fuerza
la cordura, el tino, la confianza, donde al roce de mis labios
tu cuerpo se entrega a la más maravillosa aventura.
Hermosa tu desnudez
sólo cubierta por un dije de madera
esperando ser vestida por mis besos
arropada por mis manos, protegida por mi cuerpo
en noches de interminables encuentros.