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Nací poco más de cuatrocientos días antes que la historia de Cuba y América cambiara, viví por casi cuarenta y nueve años el experimentó socialista cubano, no guardo los recuerdos de antes, pero tengo muy claros cada momento vivido en el proceso revolucionario, todos los experimentos con la juventud, la separación y la ruptura de las familias, la negación de la religión, el miedo a que los padres, hermanos, esposas, amigos fueran parte del aparato represivo.

No participe en las guerras imperialistas de conquistas en África, no fui un soldado del “imperio de los mendigos”, tampoco formé parte de las guerrillas que proliferaron por todo el continente en apoyo a los movimientos de izquierda que surgía y financiaba la revolución cubana en America o cualquier sitio del mundo.                                  

Fui uno de los tantos que se benefició del postulado martiano que dice; “Todo hombre al nacer tiene derecho a que se le eduque, después en cambio, debe contribuir en la educación de los demás”. Sí, estudie hasta donde quise, hoy pienso que pude estudiar más, pero también fui uno de los que siempre tuvo la ilusión de un día salir de las fronteras marítimas que nos apresan como una enorme muralla natural, la cual ha sido sumamente útil a los represores.

Pude ser un niño Peter Pan, en los sucesos de la Embajada del Perú vivía los difíciles días de soldado. Pude salir a México en el 1983, cuando el maleconazo en el 1994 y posterior éxodo de los balseros temí que fuera una locura, además del miedo de arriesgar a mi familia en tal aventura, a Italia en 1996, a España en 1998, nuevamente a México en el 2002, pero algo siempre falló. He pasado mi vida pensando como seria si lo hubiera logrado antes, no me tocaba, espere tanto que casi ya lo olvidaba cuando en abril del año 2006 salí de Cuba con mi familia, logrando unirme a los millones de hermanos que hoy viven lejos de su tierra y los recuerdos de su vida, a los muchos que sueñan un dia todo cambie y Cuba vuelva a ser un sitio donde reine la libertad y la justicia.

Soy uno más de los tantos que un dia salió de su país con un mínimo equipaje, pero una inmensa maleta llena de sueños, aspiraciones y deseos de cambiar. 

¿Lo he logrado?

Soy libre como nunca antes imagine se podía ser libre, he crecido como persona, me he redescubierto como hombre, hoy tengo más sueños que al salir, pero se acrecentaron mis posibilidades a que sean reales. Ahora pienso como sería mi vida, si lo llego a conseguir antes, pero también veo infinitas posibilidades de poder lograrlo.

Aquí les entrego mis recuerdos y vivencia de muchos sucesos en los cuales participé. En mucho de ellos hay un nudo en la garganta, una lagrima rebelde que escapa sin permiso; son partes de los duros días que viví en el imperio socialista donde llevo el hijo de Ángel a nuestro país, a la monarquía socialista que vive hoy la nación cubana, el trono donde se sienta el hermano heredero que se yergue sobre la muerte, las prisiones, las desapariciones, la mentira, el engañó al mundo que aún cree en las bondades de una revolución que se anunció como la más justa e igualitaria del mundo y terminó siendo la más sangrienta y dictatorial.

Es el legado revolucionario, como jinetes del Apocalipsis solo han dejado como recuerdos de su paso, las guerras entre hermanos, la muertes por diferencias de ideas, por no complacer al emperador o para alimentar a los tiburones del Estrechó de la Florida, el hambre, la penuria, las necesidades, las enfermedades que regresan cada día al sitio que antes se proclamaba una potencia médica. Son triste recuerdo de pasadas glorias.

 

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